3. FOBIAS ESPECIFICAS.

Las fobias pueden ser e diversos tipos: fobia específica (en esta nos vamos a centrar, comentando también la Agorafobia) y la fobia social (de la que nos ocuparemos en otro momento).
Una fobia específica es un miedo a una situación o elemento. Las más comunes son a volar en avión, a la altura, los perros, los lugares cerrados, el agua, los túneles, los insectos, conducir por carretera, los puentes y la visión de sangre. La fobia es básicamente miedo y aunque el miedo es muy habitual y normal, cuando se convierte en fobia se vuelve un controlador vital. Los miedos, pese a ser irracionales, no suelen influir en la vida de la persona de forma marcada. Cuando hablamos de fobia, ésta llega a controlar y marcar todas las decisiones de la persona. Lo que hace que un miedo pase a ser fobia es:
– la sola idea de pensar en la situación temida genera síntomas de ansiedad, que pueden ser intensos (ansiedad anticipatoria)
– se intenta evitar, por todos los medios, el tener que permanecer en la situación temida (respuestas de huida)
– si la evitación es imposible, y se debe permanecer en ella, puede generar un ataque de pánico
– de esta manera, el miedo fóbico interfiere de forma notable en la vida de la persona que lo experimenta porque va a ser tenido en cuenta en todo lo que la persona deba hacer, decidir, experimentar
– se pensará en la gravedad de la fobia dependiendo de la intensidad de los síntomas de ansiedad que experimenta en la situación y de lo que interfiere en su vida diaria.
Se estima que es el trastorno de ansiedad más frecuente entre la población adulta pero que si no interfiere de forma notable la vida cotidiana, no se suele buscar ayuda para eliminar estos miedos irracionales.
Las personas que experimentan miedos fóbicos, son conscientes de que sus miedos son irracionales, que sus pensamientos negativos, son exagerados y faltos de lógica pero ante sus respuestas fisiológicas no pueden evitar caer en el ‘circulo vicioso de la ansiedad’ (comentado en otro apunte): «pienso (o estoy) en una situación temida, experimento síntomas fisiológicos de ansiedad, me provocan miedo (pienso que me voy a morir o caer o desmayar) y este miedo aumenta y agrava los síntomas de ansiedad. Como los síntomas van en aumento, sólo veo como posible solución el irme de la situación porque si permanezco en ella no sé donde puede terminar todo este malestar».
La Agorafobia tiene entidad propia por su prevalencia y la angustia que produce. Es el miedo que se experimenta ante situaciones donde nos sentimos atrapados y/o donde escaparnos sería difícil o embarazoso. Ante estas situaciones aparece la evitación total o la necesidad de estar con alguna ‘persona de confianza’ para que si ocurriera ‘algo’ (desmayarme, caerme, morirme…) pudiera socorrerme. Aunque muchas veces esta necesidad vuelve a ser poco lógica: la persona de confianza puede ser un niño pequeño y, en cambio, el sujeto tiene la certidumbre que acompañado por este niño, no va a pasarle nada (de una manera mágica). También suelen desaparecer los síntomas de ansiedad, casi de manera mágica, una vez se ha logrado salir de la situación temida y/o haber llegado a una ‘zona de confianza’ (que puede ser la propia casa o la casa de otras personas de confianza o llegar a sitio cubierto, una vez abandonada la calle, o entrar en un coche, etcétera). Y esto reafirma la huida como posible solución: «si me siento fatal en una situación y salgo de ella y me siento bien la solución es evitar estas situaciones y/o huir de ellas». El problema es que las situaciones a veces se parecen (un sitio pequeño y cerrado puede ser un ascensor, un coche, una habitación, un avion, un autobús…) y lo que empezó como una fobia a subir en ascensor, por ejemplo, puede ir generalizándose a otras situaciones que se le parezcan. Esto va a ir limitando la vida del individuo hasta sentir su vida totalmente constreñida por el miedo a experimentar ansiedad.