Pese a que la respuesta de ansiedad es una respuesta común, normal, en nuestro organismo, a muchas personas sentirla les produce un temor especial. Cuando experimentamos esas sensaciones de respuesta de huida y/o ataque, nuestro cerebro busca insistentemente un peligro externo que explique dichas sensaciones (en las que las físicas son unas de ellas). Al no encontrar ninguna amenaza ni fuente de peligro, no lo entendemos el por qué de su aparición e interpretamos, entonces, que su presencia corresponde a un peligro físico inminente como podría ser: me estoy muriendo, va a darme algo (malo, desde luego), voy a perder el control, me voy a desmayar, etcétera. Es compresible el temor que se siente ante dichas interpretaciones de los síntomas que experimentamos y la imposibilidad de encontrar las causas que las provocan. A su vez este temor, que se traduce en miedo o pánico, va a generar más síntomas en nuestro sistema nervioso, por lo que va a producir más temor, creándose así una cadena: miedo, síntomas, miedo, síntomas…. Es lo que llamamos ‘el círculo vicioso de la ansiedad’; círculo que se autroalimenta generando una escalada de síntomas hasta llegar, en algunos casos, al ataque de ansiedad (ataque de pánico, ataque de angustia).
Sería lógico preguntarse el por qué el sistema nervioso se activa y desarrolla esta respuesta de huida y/o lucha si no hay nada que realmente nos produzca temor o veamos como un peligro. Cuando, sin darnos cuenta, vivimos épocas de mayor estrés o tenemos estresores que acompañan nuestro día a día, esto puede activar el sistema hormonal aumentando la segregación de adrenalina, lo que va a provocar síntomas en el cuerpo teniendo en cuenta que aunque el estresor haya desaparecido, el organismo tardará algún tiempo en volver a encontrar el equilibrio, es decir, al desaparecer el estresor no desaparecen los síntomas de ansiedad al instante. Otro motivo por el que se pueden experimentar síntomas de ansiedad es por tener una respiración rápida, lo que va a provocar una hiper ventilación leve (a la cual nos hayamos acostumbrado) y la consecutiva producción de síntomas de ansiedad. Un tercer motivo es porque el cuerpo cambia y experimenta sensaciones. Al tener una vigilancia del cuerpo y de lo que se siente, estos cambio y sensaciones son tomados como indicios de algo más, con la consiguiente aprensión a notar cualquier cosa, lo que va a provocar miedo.

Por lo tanto, es imprescindible la información de cómo funciona nuestro sistema nervioso cuando se ha dado una respuesta de huida y tener claro que los síntomas que se experimentan son absolutamente inofensivos (aunque poco o nada agradables) y que si esto no lo tengo absolutamente claro, lo más probable es que el cuerpo aprenda que esos síntomas son en sí mismos una amenaza de peligro (al ser desagradable lo vivido, no quiero volverlo a sentir) por lo que va a volver a reproducir una respuesta de huida con el agravante que del cuerpo y de lo que se siente, no se puede escapar, entrando en el ya nombrado ‘círculo vicioso de la ansiedad’.