Se podría hablar de distintos grupos de situaciones capaces de activar nuestro sistema nervioso, es decir, capaces de producir en nuestro cuerpo una respuesta de huida, de ansiedad. Nos centraremos sólo en los estresores negativos, es decir, cambios o situaciones que etiquetamos como negativos.


Un primer grupo lo formarían aquellas situaciones que a toda la humanidad le provocan una parecida respuesta de huida y el no tenerla, implicaría poner nuestra vida en peligro. En este grupo estaría el fuego, los animales salvajes, etcétera.

Un segundo grupo serían aquellas situaciones que en nuestra cultura sabemos que son peligrosas y que ponen en peligro nuestra integridad física y/o psíquica. Por ejemplo oír un chirriar de ruedas (un frenazo), ver cerca de nosotr@s una persona con un arma en las manos, etcétera.

Un tercer grupo lo formarían aquellas situaciones que ponen en peligro mi integridad física, pero sólo a mi. Si tengo alergia a las picaduras de abejas con posibilidad de sufrir un choque anafiláctico, cuando vea una de ellas, mi respuesta va a ser de huida.

El cuarto grupo lo formarían aquellas situaciones que pese a que objetivamente no ponen en riesgo mi vida ni mi integridad física y/o psíquica, las vivo como amenazantes, mi sistema nervioso se activa y su respuesta es de huida como si de ello dependiera mi vida. Este es el grupo de miedos irracionales. No somos conscientes de cómo engrosamos esta lista pero el hecho es que puede incrementarse con nuestros temores e ideas negativas que nos causan miedo. Este grupo debe ser lo más reducido posible y mejor si es inexistente para que en nuestra vida las elecciones y opciones sean tomadas con libertad y desde el ‘quiero’ y no mediatizadas por nuestros miedos y por nuestros ‘no puedo’.

Muchas investigaciones al estudiar los estresores los dividen en físicos, sociales y psicológicos. Los físicos serían el ruido, las toxinas y cualquier sustancia que realiza un impacto en nuestro organismo. A no ser que sea muy severo, el organismo puede adaptarse bien a este tipo de estresores. Los sociales provienen de nuestra interacción con las personas de nuestro entorno. Los conflictos con los demás suelen ser fuente constante de estrés pero al ser externos, suelen estar bastante bien controlados. En cambio los estresores psicológicos están en nuestro interior y comprenden todas las emociones como el miedo, la ansiedad, la autocompasión, los celos, etcétera. Estos sentimientos internos son grandes estresores y cuando se cronifican o intensifican, suelen ser más dañinos que los estresores físicos. La activación emocional es una forma muy lesiva de estrés. Ante ella, nuestro organismo se prepara o bien para luchar o bien para huir, como lo hace con cualquier estresor.

Aunque muchos estresores son incontrolables, no cabe duda que podemos ejercer bastante control sobre nuestra interpretación, nuestra forma de pensar aquellas situaciones que vivimos, por lo tanto, podemos ejercer cierto control sobre nuestra activación emocional, aliviando a nuestro cuerpo su respuesta ante el estrés.